Coroneta

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Una coroneta cortada per la mitá
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lunes, 14 de noviembre de 2011

La caja de nacar


Este maitino, cuan m’he despertau, he teniu la sensación qu’habeba soñau algo muy majo, muy “placentero”. He intentau i tiran del filo habé si podeba recordalo. Poco a poco he iu ven qu’en realidá no era un sueño. Se vei qu’en ixe duerme-vela en la que a veces se cae, estaba recordán un cuento que m’esplicaba mi agüela cuan yo era muy chicó y me diba que a ella, ya l’en habeba esplicau la suya agüela, cuan era una crieta.

La Carrodilla con los porches, la pllaceta y los balcons de "La Casa los Amos"
Poco más u menos diba así:

Ñabeba una vez, fa muchos años, una familia d’ermitaños en la Carrodilla que la formaban el matrimonio y cinco hijos (tres zagals y dos zagalas). Tamé estaban con ellos los pares d’él y dos tíons d’ella. A más, ñabeba algunos criaus, como pastós, boyeros, mozos de mula y algún qu’otro, que tamé viviban  allí.

Entre toz cuidaban la’rmita y la Casa los Amos y a más treballaban las tierras y sacaban aván los rabaños prou grans de güellas y crabas que teniban.

En esta foto antigua de la Carrodilla, aún se vei la basa pa abrevá los animals

Uno de los craberos viviba en Estadilla don teniba a la mullé y los hijos. Cada día subiba a soltá p’el maitino y per la noche baixaba a dormí a casa suya. Un día les va subí a los ermitaños un mandau que l’habeba dau la Siña Orosia, dinles qu’aquel domingo subirían con el suyo marido, el Siño Raimundo, a’ncendé una vela a La Virgen per un favor que les habeba concediu y que aprovecharían pa feles una visita.

La Siña Orosia y el Siño Raimundo eran unos parientes lejanos de la familia que viviban en Estadilla y eran de mucho postín.

Aquel domingo van fe fiesta to’l mundo, y después de limpialo y arreglalo to, se van mudá pa’speralos.

El más chicó de los hijos de los ermitaños se llamaba Martín y tendría como cinco u seis años. El crío era un polvorín, no s’estaba quieto ni atau a la pata la mesa. Como era tan tremendo su pare le va dí:

            —Hoy te vas a’stá quieto y callau to’l tiempo qu’estén los tíos aquí...., sino charrarén tu y yo después.

Foto que va fe Xavier Bayle y que no necesita comentario

Ya cerca del mediodía van ve aparecé per allá per la faixa llarga, al tío Raimundo a caballo de la yegua y a la tía Orosia montada en la mula mansa. Los acompañaba un gañán a peu.

Después de fese los saludos que tocaban, las ofrendas a La Virgen y descansase un raté, los van sentá en la preferencia de la mesa del comedó de los ermitaños pa serviles una comida con lo milló que ñabeba en la dispensa.

La Virgen tal como está hoy

To va i muy ben, la comida, el vino guardau pa las grans ocasions, las charradas en la mesa y hasta el tío Raimundo se va fumá un puro

Pero la tía Orosia, qu’era muy llarga, se va’strañá que Martín s’estase tan quieto y tan desconociu. Se le v’acercá y en voz muy baixeta le va preguntá:

—¿Qué te pasa Martín?
—¡¡Que no soy feliz!!

 Martín va contestá ixo, lo mismo qu’habese podiu contestá: “Que quiero corré y chugá” u “Que quiero i a cazá engardixas a cualquier carasol”. Pero nó; le va salí, “¡Que no soy feliz!”.

Entonces la tía Orosia lo va cogé de la mano y le va di:

            —Viene con yo que te voy a contá una historia.

Van salí afuera y se van sentá en el banquilé de deván de la puerta la iglesia, y ésta e la historia que le va contá:


Aquí, deván la puerta la iglesia, se va sentá la tia Orosia pa contale la historia a Martín
“Ñabeba una vez una nina, poco más u menos de la tuya edá, qu’estaba cogén moras pa que le fese confitura su mare.”

“En esto, que vei una caja muy maja en dentro del barcero. Como va podé, con algún esgarrañazo qu’otro, la va cogé y se va quedá miranla. No era pas una caja cualquiera de lata u de madera. ¡No!. Era una caja con incrustacions de nácar, con reflejos de colós cuan le daba el sol. ¡Preciosa!”—Seguiba contán la tía Orosia.

“Ixa zagaleta va queré abrí la tapa a ve que ñabeba en dentro; pero estaba cerrada. Entonces se va da cuenta que del ansa le colgaba una cadeneta con una llave chiquerrina. Va cogé la caja, la va dixá encima de una piedra gran, se va sentá en el suelo y va probá a meté la llave per la ranureta que llevaba la caja...., le va da güelta y....¡clic!, va cedé la cerrala.”

“Con toda la ilusión del mundo va cogé la tapa y la va i llevantán despacio...., despacio...., despacio”

Entonces la tía Orosia se llevanta del banquilé y s’en va’nta’l comedó con toda la familia a seguí charrán.

Una vista de la zona de dentro del recinto

Martín se va quedá pensán y pensán y pensán:

            —¿Que ñabría en dentro de la caja?—Se preguntaba

Se llevanta, s’en v'a busca a la tía Orosia, y le dice:

            —¿Pos qué ñabeba en dentro de la caja?
            —Todavía no lo sabe—le contesta—aun la está abrín.

Ojala toz los que haigaz leíu este cuento, encontrez la vuestra caja y que jamás l’acabez d’abrí del to.

                                                                                  Francho Chardiz